miércoles, 21 de marzo de 2012

RECOMENDACIONES PARA UNA BUENA LECTURA COMPRENSIVA


PASOS PARA UNA LECTURA COMPRENSIVA

Pasos para llegar a la lectura comprensiva:
ANTES DE LA LECTURA
¿Qué me expresa el título?
¿Sobre qué pienso que hablará el texto?
¿Qué quiere significar dicho título? 

DURANTE LA  LECTURA
¿Qué idea general obtuve de esta primera lectura?
¿De qué habla el texto?
(No es necesario recordar cabalmente lo que expresa el texto sino tener una vaga idea) 
De cada párrafo que leo, ¿qué es lo esencial y qué lo secundario?
Subráyelo  (Colocar al margen con abreviaturas, la síntesis de lo que es esencial en cada párrafo)  Una vez subrayado el texto.

DESPUÉS DE LA LECTURA.
 ¿Qué técnica elige para seguir analizándolo?
(Resumen, parafraseo, Cuadro Sinóptico, Cuestionario) 
¿Qué recuerda del análisis realizado? (Fije sus ideas).

En síntesis, deberás tener en cuenta para estudiar el siguiente esquema:
- Reflexionar sobre el título. 
- Efectuar una lectura global: (Lectura rápida que te dará una idea del tema). 
- Efectuar una lectura lenta, durante la cual debes: 
1. Separar en párrafos. 
2. Subrayar las ideas principales.
 3. Realizar anotación al margen.  
4. Cada dos o tres párrafos volver a leer lo subrayado. 

Aplicar diferentes técnicas: 
1. Resumen. 
2. Cuadro sinóptico. 
3. Cuestionario. 
4. Esquema.
5. Parafraseo

NOTA: ES MUY IMPORTANTE QUE INVESTIGUES SOBRE EL CONTEXTO EN QUE SE PRODUJÓ LA OBRA LEÍDA: AÑO,  ÉPOCA,  MOVIMIENTO LITERARIO, CREENCIAS, COSTUMBRES, IDEOLOGÍAS, CULTURA, AUTOR, BIOGRAFIA, ETC. YA QUE TODO ESTO PERMITIRA COMPRENDER MEJOR EL TEXTO.

martes, 20 de marzo de 2012

DISCURSO PÚBLICO



ESTUDIO SOBRE LA NOVELA "LA ÚLTIMA NIEBLA" DE MARÍA LUISA BOMBAL


María Luisa Bombal es una escritora chilena que nace en Viña del Mar el 8 de junio de 1910. Su vida estará maarcada por un exilio “voluntario” que la llevará a vivir en Francia, Argentina y Estados Unidos. Su biografía ha sido bastante variada en su juventud mostrando, según la biografía de Agata Gligo (1985), a una jovencita que vive en Viña del Mar hasta la muerte de su padre para luego viajar y educarse en Francia, específicamente en Notre Dame de l’Assomption y en la Sorbona. Luego regresa a Chile, en la década de los años 30, y comienza a interactuar con los escritores e intelectuales de época. Sin embargo, es en su estadía en Argentina cuando escribe y publica La última niebla en el año 1934.



La última niebla es el enfoque de este trabajo, que se plantea como una propuesta de lectura herméutica, considerando todos los niveles por los que se debe transitar, para luego llegar a un análisis satisfactorio y coherente de la obra literaria. Por lo tanto son varias las interrogantes preliminares sobre esta obra. Comenzaremos a dilucidarlas y tratar de abarcar el texto en su máxima amplitud.
Sin duda La última niebla es la novela que rompe con la tradición realista de la literatura en Chile. Este quiebre define a la novela dentro de las características de lo que se llama el surrealismo hispanoamericano. Este movimiento de vanguardia se comienza a gestar en América gracias al movimiento surrealista que promueve André Breton en Francia. El movimiento surrealista nace en Chile en 1938 con la formación del “Grupo Mandrágora”, sin embargo, cabe señalar que María Luisa Bombal está al tanto de las técnicas y novedades literarias mucho antes que éstas llegan a Chile. Así también hay que señalar que en la novela La última niebla se dan todas las características surrealistas que revisaremos más adelante.
El surrealismo hispanoamericano es uno de los cuantos movimientos que llegó a América, traído tanto por intelectuales hispanoamericanos como europeos, para comenzar a renovar las formas estéticas que imperaban en el siglo anterior. Todos estos ismos se agruparán en la denominación de vanguardia literaria en América. Así muchos de los escritores chilenos como Vicente Huidobro, Juan Emar, María Luisa Bombal, entre otros, son admiradores de la cultura francesa y siguen las ideas rupturistas de los vanguardistas de la época. De manera que ellos leen o están enterados de las ideas de Tristan Tzara, Paul Éluard, André Breton, etc. (Gerald J. Langowski: 1982, pág. 23-24).
La última niebla es una novela, o novela corta, que irrumpe en el panorama literario tras su publicación maravillando tanto a los críticos como escritores de la época. Cedomil Goic señala que la novela anticipa los cambios que se venían gestando en la literatura hispanoamericana en cuanto a la sensibilidad pues es, recordemos, el neorrealismo lo que impera en la literatura hispanoamericana y chilena de la época (Goic, 1991: 167). Goic señala que la publicación de La última niebla es significativa porque inicia propiamente la literatura contemporánea en Chile, aunque no sostiene que ésta se inicia con el surrealismo, pero cree que los conceptos y técnicas surrealistas son más adecuados al gusto del escritor contemporáneo que las técnicas realistas del siglo pasado. (Gerald J. Langowski: 1982, pág. 43)

“Los problemas del hombre del siglo veinte, causados en mayor parte por

los adelantos científicos y tecnológicos, el aparente fracaso de las
instituciones democráticas y una reciente duda de la existencia de Dios,
trajeron como consecuencia el nacimiento de una nueva sensibilidad, que se
caracterizaba por una debilitada confianza en los poderes racionales del ser
humano. Tal creencia encontró su expresión en el surrealismo” (Gerald J.
Langowski: 1982, pág. 43-44). 



El neorrealismo es una generación marcadamente social, comprometida con las injusticias sociales y tremendamente tocada por la guerra mundial. Por lo tanto, presenta mundos de contestación y descontento. De manera que, los surrealistas no obtienen un reconocimiento inmediato porque los lectores de la época aún no están habituados al cambio estético y/o de sensibilidad.
También es importante señalar qué significaba que una mujer irrumpiera o rompiera con los cánones literarios de la época. Como señala Lucía Guerra la mujer en esa época, primera mitad del siglo XX, estaba frente a una realidad ambivalente en la cual tenía y no tenía “cuarto propio” en los términos denotativos y valorativos de Virginia Woolf. A pesar de que María Luisa Bombal había escrito en una época en que las mujeres sí podían tener acceso a ciertos grupos intelectuales aún se presentaba el rol femenino desde una perspectiva masculina, en términos patriarcales, por lo tanto, la novedad que presenta la escritora, además de ser rupturista, es la nueva visión que ofrece de la mujer. Esta nueva representación de la mujer ya no como un “otro” social, del cual se habla desde una mirada masculina, sino como una reescritura de su propio devenir.

“A pesar de que María Luisa Bombal declaraba no haber participado activamente en

los movimientos feministas de la época, sus textos ponen de manifiesto una
representación de la mujer desde una perspectiva que coincide con los postulados
de Victoria Ocampo. En los márgenes de los modelos surrealistas y de la
vanguardia en general, elabora un espacio propio en el cual la mujer deja de ser
musa y mujer esculpida en un relieve para convertirse en personaje de una
problemática que devela, en parte, la circunstancia de la mujer latinoamericana
durante la primera mitad del siglo XX” (Lucía Guerra: 2000, pág. 14) 

Ese era, de manera general, el contexto en el cual se publicó la obra en 1934. Ahora bien, de qué se trata la novela. Podemos decir, grosso modo, que La última niebla trata de una protagonista, cuyo nombre nunca es develado, que se casa con su primo Daniel que acaba de enviudar. A partir de esta situación se nos presenta un personaje que vive una rutina infeliz e insatisfecha. Consecuencia de esto es que comienza a soñar con un amante imaginario que sí le da todo el placer que su marido le niega. Paralelamente, como situación antitética, se presenta la pareja de Regina y Felipe que se muestran como cómplices y amantes perfectos. Justo lo que la protagonista no puede conseguir con su marido. Así comienza a vivir una aventura ilícita con su amante que no existe hasta, finalmente, darse cuenta que los años han pasado y ella se ha vuelto vieja.

El tiempo de escritura de la novela data de 1934, cuando la autora venía de París, donde el surrealismo era la escuela dominante. Luego vivió en la casa de Pablo Neruda y cultivó amistad con Jorge Luis Borges, quien también muestra influencia surrealista en su obra (Jaime Hagel: 1987, pág. 106- 107). Como se ha señalado anteriormente la contextualización histórica es que La última niebla marca un nuevo rumbo en la literatura chilena. El tiempo de recepción de la obra ha ido cambiando a medida que se reedita y relee la obra. Jaime Hagel señala que la obra en su tiempo fue tildada de “literatura de evasión” y que María Luisa Bombal de “escritora no comprometida” por todo lo que habíamos señalado de que el neorrealismo estaba tremendamente marcado por un descontento social. Esta denominación fue hecha por los críticos de izquierda, mientras los de derecha la tildaron de inmoral. Hagel señala que no se debe olvidar la moral victoriana que había en esos tiempos en Chile. También cabe señalar el estudio de Amado Alonso, publicado en 1938, en el cual el filólogo español se resiste a leer un despertar en la sexualidad de la protagonista cuando ésta se baña desnuda en el estanque del parque (Jaime Hagel: 1987, pág. 107). Sin embargo, hoy se han hecho relecturas de La última niebla desde muchas perspectivas. Sólo por mencionar algunas Lucía Guerra ha hecho una análisis desde la perspectiva del género, así también Cedomil Goic ha analizado la novela desde qué variaciones ficcionales presenta (perspectiva más teórica o estructural de la obra) y así suma y sigue la lista de investigaciones que se hacen de la novela ahora vista como una innovación estética y no una falta de compromiso y moral a las costumbres sociales.
Análisis ficcional.
A continuación corresponde analizar la obra literaria desde el punto de vista ficcional, es decir, a partir de la técnica narrativa. Es necesario señalar qué características presenta el surrealismo francés e hispanoamericano de manera general para entender por qué esta obra trasciende en términos de la técnica narrativa.
El surrealismo comienza históricamente en 1924 y su principal gestor es André Breton. Al principio comienza como una continuación del dadaísmo, pues Breton antes perteneció a este ismo, para luego ser oficialmente considerado como un movimiento de vanguardia. Algunos rasgos generales del surrealismo se caracterizan por una época del sueño. Recordemos que Freud postula que los sueños se manifiestan en el inconsciente. Por lo tanto los estudios de Freud abrieron innumerables caminos de expresión para los surrealistas. Otra característica del surrealismo es que:
“En el primer manifiesto de Bretón se exhortaba al hombre a romper con la matriz de la existencia lógica, dando más fe a lo que ocurre en sus sueños y a que no se atuviera a racionalizar enteramente sus acciones durante las horas de estar despierto. Breton creía que los sueños no debían ser un mero paréntesis en nuestra existencia, sino un instrumento que adelantara el conocimiento de nosotros mismos” (Gerald J. Langowski: 1982, pág.44- 45).
Por lo tanto el surrealismo propone que la realidad se subordine al sueño y para esto ellos desarrollan espacios ambiguos y duales, entre el sueño y la vigilia. Además en términos de escritura ellos siguen una especie de “corriente de consciencia” que debe ejemplificar lo mejor posible el inconsciente del sujeto.
Por otra parte el surrealismo hispanoamericano toma algunos postulados de Breton y los adapta a su literatura. En primer lugar cabe señalar que se produce un cambio de narrador en la literatura de vanguardia hispanoamericana. Recordemos que el realismo ocupó un narrador que se caracterizaba por mantener una distancia del mundo que narraba, es decir, narraba las cosas de la forma más objetiva y positivista posible. Esto está en plena sintonía con los postulados de Emile Zola, y su novela experimental, en la cual señalaba que el narrador, escritor en el círculo histórico, debía ser un científico social y describir por medio de la razón todo lo que veía lo más fiel a la realidad pudiera. En cambio en la narrativa surrealista hispanoamericana se produce un drástico cambio, sobre esto Cedomil Goic señala que “nos hallamos ante un narrador que ha renunciado desde el principio a ejercer dominio sobre el mundo narrativo que presenta (1991, pág. 169)”. Además otra característica es que existen “vacíos” en la narración que el propio lector debe llenar. Esto supone que el texto exige a un lector cómplice y atento, que no puede dejar pasar detalles por alto. Por otra parte “El narrador renuncia a la omnisciencia y al dominio consciente y activo del universo, limitándose al actual, a un presente que se desplaza a la par de las modificaciones de la conciencia del narrador” (Goic: 1991, pág. 170). Dicho de otra manera, estamos frente a un narrador que ahora es capaz de dudar de la realidad, decir “yo no sé esto” o “no estoy seguro si realmente este suceso pasó” y esto supone también un desplazamiento del saber que antes estaba centrado porque el narrador naturalista siempre sabía todo lo que acontecía y mantenía un orden del mundo que le presentaba al lector.
Otra característica que propone el surrealismo es que existe una realidad interior marcada por el sueño. Esto es lo que los surrealistas franceses llamaron la “surrealidad”, un espacio ficcional que está oscilando entre el sueño y la vigilia y que constantemente confunde al lector.
Ahora bien, cabe preguntarse ¿qué rasgos ficcionales, es decir, de las técnicas narrativas se pueden encontrar en La última niebla? Comenzaremos por describir quién narra la historia. La narradora de esta novela es una mujer, cuyo nombre nunca se menciona, que nos cuenta su vida. Estamos en presencia de un narrador autodiegético, es decir, es un narrador que enuncia el discurso porque vivió la historia como protagonista. Así estamos siempre leyendo la historia desde su subjetividad y es ella quien nos señala sus dudas, reflexiones y acciones que realizan los demás personajes. Por otra parte la focalización de este narrador es interna pues desde donde narra es desde su interior, estamos leyendo una historia que pasa sólo por sus ojos y nos manifiesta lo que pasa en su consciencia “Vivo agobiada por la felicidad. Ignoro cuáles serán los proyectos de mi amigo, pero estoy segura de que respira muy cerca de mí” (La última niebla: 2000, pág. 75). Estamos frente a un narrador en primera persona que es la protagonista de la historia y nos cuenta su propia versión de los hechos. El narrador en primera persona, yo, adopta un punto de vista subjetivo y sólo nos narra desde su subjetividad. La siguiente cita ejemplifica muy bien el tipo de narrador que ofrece la novela:
“Mi dolor de estos últimos días, ese dolor lancinante como una quemadura, se ha convertido en una dulce tristeza que me trae a los labios una sonrisa cansada. Cuando me levanto, debo apoyarme en mi marido. No sé por qué me siento tan débil y no sé por qué no puedo dejar de sonreír” (La última niebla: 2000, pág. 65)
El personaje principal, del cual no sabemos su nombre, es la mujer de Daniel, que se presenta a sí misma como una mujer que se casó con su primo porque la mujer de éste murió. En la novela hay una escena que nos ejemplifica muy bien cómo son miradas las mujeres que después de cierta edad no se casan “- ¿Sabes que has tenido una gran suerte al casarte conmigo? [Pregunta Daniel] – Sí, lo sé- replico cayéndome de sueño. -¿Te hubiera gustado ser una solterona arrugada, que teje para los pobres de la hacienda?” (La última niebla: 2000, pág. 57”. De la siguiente cita se pueden desprender algunos datos ya que todo lo que sabemos de los personajes se da por sus acciones o sus conversaciones y no por descripciones exactas de quienes son. En primer lugar se trata de una mujer que se ha casado por “gracia” o favor de su primo Daniel, lo cual supone que nunca conoció el amor o al menos no se casó por amor. En segundo lugar se puede señalar que este personaje vive en una hacienda la cual sugiere una posición económica, más bien acomodada. Como sabemos la hacienda fue una relación económica y social que tenía como finalidad tener inquilinos que trabajaran para un dueño que les daba un trozo de terreno para que vivieran pero que tenían, por obligación, que trabajar para el propietario de la hacienda. Otros rasgos de la protagonista se ven en la novela, se nos presenta un personaje sumamente dependiente, económicamente, de su marido Daniel. Además se presenta como un sujeto que vive una realidad insatisfecha porque “Mi marido me ha obligado después a recoger mis extravagantes cabellos; porque en todo debo esforzarme en imitar a su primera mujer, a su primera mujer que, según él, era la mujer perfecta” (La última niebla: 2000, pág. 60). Desde esta perspectiva la protagonista, en la primera parte de la novela, se muestra como un individuo que debe luchar contra el fantasma de la antigua mujer de Daniel y esto, precisamente, la frustra porque no es a ella a quien ama su esposo sino a una muerta que ya no existe. Como consecuencia de esto la protagonista experimenta una desilusión aún mayor que tiene que ver con la sexualidad de la cual no puede ser partícipe de forma plena:

“Mi cuerpo y mis besos no pudieron hacerlo temblar, pero lo hicieron, como

antes, pensar en otro cuerpo y en otros labios. Como hace años, lo volví a ver
tratando furiosamente de acariciar y desear mi carne y encontrando siempre el
recuerdo de la muerta entre él y yo. Al abandonarse sobre mi pecho, su mejilla,
inconscientemente, buscaba la tesura y los contornos de otro pecho. Besó mis
manos, me besó toda, extrañando perfumes y asperezas familiares. Y lloró
locamente, llamándola, gritándome al oído cosas absurdas que iban dirigidas a
ella” (La última niebla: 2000, pág. 78).

Como vemos el fragmento es bastante decidor en cuanto a la relación que la protagonista lleva con su marido y que la hace sentir, como mujer, poco amada y así también poco realizada. Jaime Hagel señala que para escapar a esta realidad que vive el personaje debe recurrir al instrumento de la imaginación. Por lo tanto estamos frente a un personaje que a partir de lo que vive comienza a construir una realidad paralela que habita en sus sueños. “La búsqueda de la pasión amorosa en el sueño es para ella la posibilidad de vivir intensamente la esa vida que la realidad le escamotea” (Hagel: 1987, pág. 103).

Los personajes secundarios son Daniel, el esposo de la protagonista, Felipe, su hermano, Regina, esposa y amante de Felipe y, finalmente, al amante de la protagonista. Mientras que como personajes terciarios se pueden señalar a la madre de Daniel, a Andrés, el pequeño que “ve” al amante de la protagonista en el estanque y a su padre.
Daniel, el esposo de la protagonista, es un hombre golpeado por la pérdida de su primera esposa que debe, más que nada por deber, casarse con la protagonista pero que sufre por su primer amor. “Al entrar al dormitorio [Daniel] suelta la lámpara y vuelve rápidamente la cabeza a la par que una especie de ronquido que no alcanza a reprimir le desgarra la garganta. Le miro extrañada. Tardo un segundo en comprender que está llorando” (La última niebla: 2000, pág. 57). El personaje no es descrito físicamente, sino que se presenta por sus acciones. Podemos inferir que es un hombre tremendamente machista, racional y ordenado que vive la vida monótonamente (Hagel: 1987, pág. 104).
Regina si es presentada físicamente y además se presenta como la antítesis de la protagonista. Primero centrémonos en la descripción física que nos presenta la protagonista:

“Regina se pone de pie, cruza con lentitud el salón, se allega a mí casi

hasta tocarme. Tengo muy cerca de mí su cara pálida, de una palidez que no
es en
ella falta de color, sino intensidad de vida como si estuviera siempre
viviendo
una hora de violencia interior” (La última niebla: 2000, pág. 61)

“Regina se ha quedado dormida sobre el diván. La miro. Sus rasgos parecen

alisarse hacia las sienes; el contorno de sus pómulos se ha suavizado y su piel
luce aún más tersa” (La última niebla: 2000, pág. 63).

Sobre esta descripción física nos parece muy acertada la opinión metafórica que hace Lucía Guerra sobre Regina señalando que Regina es la imagen de la vampiresa del cine de los años veinte y treinta. Regina en su palidez de intensa pasión, nos hace evocar la figura seductora quien al cruzar el salón para dirigirse al piano “sonríe a su amante que envuelve en deseo cada uno de sus pasos” (Lucía Guerra: 2000, pág. 32). En efecto, Regina es una mujer que vive en la realidad el éxtasis del placer que la protagonista sólo puede evocar en sueños y es esta interpretación que hace Guerra la que nos sugiere también al vampiro como símbolo sexual ya que el acto de sobrevivir de los vampiros es por medio del placer para asesinar a sus víctimas. Sin embargo, la figura de Regina se traduce en su palidez apasionada como símbolo de la lujuria y todo lo que la protagonista no es.

Finalmente Felipe es un personaje que no incide mucho en la historia, al menos no en la visión de la protagonista, no hay muchas descripciones de él salvo que va a cazar con su hermano al bosque y que más tarde es víctima de la infidelidad de Regina.
El “personaje” secundario del que sí se hace una descripción física es el amante. El cual tampoco tiene un nombre definido, junto con la protagonista de la novela. De él se señala en la novela una escena que es la del acto sexual propiamente tal en donde la protagonista lo describe físicamente primero de una manera bastante vaga “Es joven; unos ojos muy claros en un rostro moreno y una de sus cejas levemente arqueada, prestan a su cara un aspecto sobrenatural. De él se desprende un vago pero envolvente calor” (La última niebla: 2000, pág. 67).
Luego nos presenta una descripción más precisa sobre el personaje:
“Él está nuevamente frente a mí, desnudo. Su piel es oscura, pero un vello castaño, al cual se prende la luz de la lámpara, lo envuelve de pies a cabeza en una aureola de claridad. Tiene piernas muy largas, hombros rectos y caderas estrechas. Su frente está serena y sus brazos cuelgan inmóviles a lo largo del cuerpo” (La última niebla: 2000, pág. 68)
Lucía Guerra señala, en el prólogo, a las obras completas de María Luisa Bombal que esta figura masculina se feminiza por medio de la denotación “Dulce y preciosa carga que pesa sobre mis muslos” en contraposición a la denominación de hombre, según la tradición patriarcal, como símbolo del machismo y virilidad imperante en esa época (incluso si se compara con la figura de Daniel). En palabras de Lucía Guerra:

“María Luisa Bombal modifica radicalmente esta axiología atribuida a lo sexual,

no solo por representar la escena antes citada [la del acto sexual] desde
una perspectiva femenina, sino también porque reconfigura al personaje masculino
designándolo como “dulce y preciosa carga”, expresión que en el código
criollista feminiza al hombre” (Lucía Guerra: 2000, pág. 18).

En cuanto al espacio que nos presenta la novela podemos decir que es mayoritariamente un espacio abierto porque la protagonista está continuamente en el exterior de la casa, en la ciudad y en algunas ocasiones en la casa. Se hace una descripción del espacio natural y pocas veces de la casa o de un ambiente cerrado, encontrando descripciones sólo de la casa de la madre de Daniel y de la casa del amante.

La descripción que se hace del exterior, a menudo, es bastante poética y onírica. Hay un ambiente dual que oscila entre el sueño, marcado por la niebla, y la vigilia. Así se presenta un desplazamiento de la realidad más concreta, en términos de si es o no verosímil, hacia una realidad real pero que cobra carácter imaginario. En La última niebla se rompen los límites de lo real y se sugiere una binariedad de la realidad. Por una parte está presente una realidad interior que podríamos relacionarla al sueño y otra realidad exterior que corresponde a la vigilia. Entre estas dos realidades es donde deambula la protagonista, deteniéndose a veces en el umbral. Ejemplo de esta binariedad de mundo se encuentra presente en el texto: “Mi único anhelo es estar sola para poder soñar, soñar a mis anchas. ¡Tengo siempre tanto en que pensar! Ayer tarde, por ejemplo, dejé en suspenso una escena de celos entre mi amante y yo” (La última niebla: 2000, pág. 72).
Entonces el lector no sabe, a primera vista, si la única existencia es la concreta porque ambas realidades se mezclan. No se sabe en qué realidad está la protagonista porque la realidad concreta está degradada por la niebla. La protagonista está en el umbral entre una realidad interna, concreta, real y una realidad interna, la del sueño y del inconsciente.
A continuación revisaremos algunos rasgos que identifican la realidad de la protagonista y otros de la “surrealidad” en vive y cómo se reconoce en la novela esta binariedad del espacio ficcional. En el caso de la realidad “concreta” en la novela se puede señalar que está marcada por una descripción menos poética que la onírica porque precisamente se necesitan menos metáforas para significarla. Si consideramos que la realidad ficcional se sustenta sólo en el lenguaje, porque es ónticamente homogénea, nos parece claro que para mostrar un espacio inconsciente se necesita de un lenguaje más poético y rico en metáforas. Un ejemplo de la realidad de la protagonista es “La madre de Daniel ha hecho abrir el gran comedor y encender todos los candelabros sobre la larga mesa de familia donde, en una punta, nos amontonamos, entumecidos” (La última niebla: 2000, pág. 64-65). Por otra parte se presenta la otra realidad en donde se sumerge la protagonista que siempre, cabe mencionarlo, tiene a la niebla como componente principal:

“La niebla se estrecha, cada día más, contra la casa. Ya hizo desaparecer las

araucarias cuyas ramas golpeaban la balaustrada de la terraza. Anoche soñé que
por entre las rendijas de las puertas y ventanas se infiltraba lentamente en la
casa, en mi cuarto, y esfumaba el color de las paredes, los contornos de los
muebles y se entrelazaba a mis cabellos, y se me adhería al cuerpo y lo deshacía
todo, todo… ” (La última niebla: 2000, pág. 64).



Así asistimos a un extraño fenómeno que nos muestra que a veces la ensoñación penetra a la realidad y ésta se ve continuamente degradada por la niebla, confundiéndola.
Sobre el tiempo de la novela se puede señalar que el acontecer es desde la juventud de la recién casada hasta su vejez.  Prueba de esta vida está constantemente aludida, desde el momento que se casan hasta pequeños comentarios que los presenta la protagonista “Pasan los años. Me miro al espejo y me veo, definitivamente marcadas bajo mis ojos, esas pequeñas arrugas que sólo me fluían, antes, al reír” (La última niebla: 2000, pág. 70). Así también pasan años y la protagonista nos señala “Llega el día de nuestro décimo aniversario matrimonial” (2000: pág. 73) para señalarnos más adelante que pasan los años y se reconoce como una vieja mujer que ha perdido su vida.
La estructuración temporal de la novela, la trama, está compuesta por una primera parte que corresponde a la de la juventud de la protagonista, en donde se casa con su primo Daniel, hasta la noche en que conoce a su amante. Se puede señalar que la novela presenta muchos vacíos temporales, de meses, días e incluso años en donde se retoma la narración. La segunda parte de la novela corresponde a las divagaciones de la protagonista con su amante, la escena del estanque en donde su amante aparece en un carruaje, el aniversario de su matrimonio, el Accidente de Regina, etc. Llegando casi al final de su vida, su vejez, en donde nos señala que ha elegido vivir la realidad junto a su esposo para “llevar a cabo una infinidad de frivolidades amenas; para llorar por costumbre y sonreír por deber” (La última niebla: 2000, pág. 95).
Jaime Hagel señala que “El tiempo es personaje importante en esta novela. Es él quien saca de su engaño, más que la aclaración de su marido y las palabras de la señora en la casa de la supuesta aventura. El tiempo es quien gana la batalla al mostrarse, una vez más inexorable” (Hagel: 1987, pág. 106).

Análisis ficticio

Como lectura interpretativa de la novela se puede señalar que esta plantea varias interpretaciones. Ya se han hecho lecturas que proponen que la novela es una búsqueda de lo absoluto y que esto se encontraría sólo en el umbral entre dos realidades: una real y otra imaginaria. Quisiéramos plantear una interpretación más o menos aproximada. Existe una constante pugna entre la racionalidad y la irracionalidad en la narrativa bombaliana, es decir, una constante contraposición entre las fuerzas telúricas de la naturaleza y la racionalidad lógica del hombre. Desde esta perspectiva podemos señalar que la novela propone, por medio de la degradación de la realidad, una dualidad y a la vez dos extremos que no logran conciliarse. En una entrevista la autora señala que:

“Todo cuanto sea misterio me atrae. Yo creo que el mundo olvida hasta qué punto vivimos apoyados en lo desconocido. Hemos organizado una existencia lógica sobre un pozo de misterios. Hemos admitido desentendernos de lo primordial de la vida, que es la muerte. Lo misterioso es para mí un mundo en el que me es grato entrar, aunque sea con el pensamiento y la imaginación” (Lucía Guerra. Obras completas: 2000, pág. 10).
De esta cita se pueden desprender muchas cosas. En primer lugar está presente la binariedad de mundo que presenta la autora, y el surrealismo, entre el sueño y la vigilia. María Luisa Bombal  llama misterio a lo que se contrapone a lo racional y positivista. De esta forma cobra mucha importancia la valoración que tienen las protagonistas bombalianas porque ellas siempre tienen rasgos que las vincula con el mundo del misterio. En el caso de La última niebla, la protagonista es un sinónimo de irracionalidad porque vive en una ensoñación que está en completa sintonía con el inconsciente. Además es un personaje que vive fascinado por la naturaleza y es capaz de entregarse a ella desatando sus pasiones más animalescas. Si queremos comparar esta figura femenina e irracional con su esposo Daniel podemos establecer que él representa toda esta realidad lógica, el hombre como sujeto vinculado a la razón, a la civilización, a todo lo estructuradamente racional.
El motivo de la niebla es el que más se destaca en la novela, no así el único. Nos parece muy acertada la opinión de Cedomil Goic cuando señala que la niebla adquiere diferentes significancias en el transcurso de la historia. Al principio de la novela la niebla aparece como una cortina que transporta a la protagonista al sueño, a la ensoñación de una realidad que corre, paralelamente, con la realidad concreta.
“Parece que me hubieran vertido fuego dentro de las venas. Salgo al jardín, huyo […] Me acomete una extraña languidez. Cierro los ojos y me abandono contra un árbol. ¡Oh echar los brazos alrededor de un cuerpo ardiente y rodar con él, enlazada, por una pendiente sin fin…! Me siento desfallecer y en vano sacudo la cabeza para disipar el sopor que se apodera de mí” (La última niebla: 2000, pág. 61).
De la cita anterior se puede apuntar que la niebla se presenta como una evasión a la realidad, al hastío de la protagonista, a la insatisfacción de su vida sin amor gatillada por la presencia de Regina y su amante. Generalmente, en la novela, la niebla se interna en los ambientes como una exteriorización del inconsciente de la protagonista, es decir, la niebla invade los lugares cuando el personaje principal cruza el umbral entre la realidad concreta que vive ella y el espacio interior, de ensoñación. De esta manera un fenómeno físico como es la niebla se filtra por medio de espacios, como la casa por ejemplo, cargando se subjetividad el relato, presentándose como un manto que cubre la realidad y la señala como una realidad “imaginada”. Da la impresión de que la niebla invade todo en la primera parte del texto, etapa en la cual la protagonista se siente más infeliz, cargando todo de significancia. Además hace desaparecer elementos del mundo real concreto nublando todo, señalando un espacio dado a los placeres y deseos de la protagonista, lo que en psicoanálisis se conoce como el Ello.

“La niebla se estrecha, cada día más, contra la casa. Ya hizo desaparecer las

araucarias cuyas ramas golpeaban la balaustrada de la terraza. Anoche soñé que
por entre las rendijas de las puertas y ventanas se infiltraba lentamente en la
casa, en mi cuarto, y esfumaba el color de las paredes, los contornos de los
muebles y se entrelazaba a mis cabellos, y se me adhería al cuerpo y lo deshacía
todo, todo… ” (La última niebla: 2000, pág. 64).



Cedomil Goic señala sobre la niebla que el punto más alto en la significación de la niebla es que posee una presencia omniabarcadora que diluye lo real, inmoviliza de muerte los objetos, acecha como un peligro oculto, ataca, se estrecha contra la casa, se infiltra en todos los ámbitos, todo lo deshace, ahoga, esfuma, tamiza y envuelve; nada escapa a su poder funesto (1991: 182).
Otra valoración del motivo de la niebla se encuentra en una entrevista hecha a María Luisa Bombal, en 1977, en donde nos parece interesante lo que ella señala de su propia novela porque esto nos da pistas de la interpretación que tal vez quiere comunicar el escritor de una obra y también porque sirve para esquivar una sobreinterpretación
A María Luisa Bombal se le pregunta qué relación hay entre la música y la niebla y se señala esta relación en cuanto al ambiente psicológico que ella incluye en su narrativa a lo cual ella señala:

“MLB: ¡Ésa sí que es una pregunta no tan sólo compleja sino además, capciosa…

por lo personal! Trataré sin embargo contestarla. La música así como la niebla
significan, son para mí… silencio. Un silencio que acalla en nosotros ese mundo
de banalidades, obligaciones y dolores de la vida cotidiana… para dejarnos
momentáneamente oír y escuchar ese canto cuidadosamente escondido dentro de
nuestro mundo interior” (Mis novelas (1977): 1991, págs. 556- 557).

Finalmente cabe señalar el tipo de mundo que propone esta autora y las innovaciones en el plano fictivo que inserta el surrealismo a la literatura Hispanoamericana Contemporánea. Las propuestas en el plano fictivo que propone la novela tienen que ver con la diferente visión que se ofrece de una realidad, en donde se empieza a transmutar en una realidad imaginaria y enmascarada en donde los límites de lo real a menudo se ven borrosos. La binariedad de mundo plantea un plano de la vigilia y el sueño. Así se van generando mundos en donde se empieza a especular porque existe una inseguridad humana en donde la concepción del mundo es similar a un laberinto en el cual a veces el sujeto se encuentra perdido en un pueblo infernal, como Comala por ejemplo en Pedro Páramo, o en una realidad nebulosa, como en el caso de La última niebla.

Se puede apuntar, de manera general, que la novela presenta un mundo ficcional verosímil, según la teorización de Tomás Albaladejo Mayordomo, pues si bien existe una ensoñación ésta no escapa de los límites de lo real, se mantiene como una ficción que es aceptada por el lector y es creíble. Además La última niebla propone otras calificaciones de mundos posibles. La primera tiene que ver con el mundo natural en donde éste es de carácter doxástico que es el mundo de la probabilidad o de la opinión. Es propio del mundo de la fantasmalidad en donde asistimos, por ejemplo, a la “existencia” de un amante que a menudo se señala, por el marido de la protagonista, como un fantasma:

“¿Su voz? ¿Cómo era su voz? No la recuerdo ¿Por qué no la recuerdo? Palidezco y

me siento palidecer. Su voz no la recuerdo… Porque no la conozco. Repaso cada
minuto de aquella noche extraordinaria. He mentido a Daniel. No es verdad
que aquel hombre me haya hablado.
-¿No te habló? Ya ves, era un fantasma…”
(La última niebla: 2000, pág. 82). 

Así también está presente el mundo social, de manera general pues no es el trasfondo de la historia, el mundo axiológico, categoría que se puede evidenciar en la novela correspondería al mundo subjetivo e instalado en el sujeto. Ejemplos sobran en una narración vanguardista, de la generación surrealista, que se construye desde el sujeto y su subjetividad.

Finalmente se presenta de manera patente y protagónica el mundo personal. La categoría de mundo egológica corresponde a la realidad imaginaria que el sujeto, en este caso la protagonista de La última niebla construye desde sí. Es el mundo de la consciencia de la cual afloran deseos, frustraciones, etc.
En síntesis La última niebla supone una lectura compleja, que en los tiempos en que se leyó, junto con la mayoría de textos surrealistas, no fue valorada de manera inmediata, es más se tildó esta novela de “literatura de evasión”. Desde este punto de vista hay una variación en la recepción del texto, siendo posteriormente analizada de acuerdo con una compleja gama de recursos que sugiere la novela. Es por estas razones, cambios, rupturas e innovaciones que merece ser un texto analizable, por su genialidad y visión de mundo que plantea

EL EXTRANJERO



Ultima Niebla



UN NUEVO AÑO ESCOLAR.

BIENVENIDOS (AS) AL AÑO ESCOLAR 2012.