domingo, 29 de mayo de 2011

Unidad 2: Poesía

Lea y busque ejemplos para cada una de las figuras literarias

martes, 17 de mayo de 2011

RECORDATORIO

Estimados estudiantes:
     Les recuerdo que tienen que desarrollar las actividades planteadas en el blog. El plazo se cumple el miércoles 25 de mayo, impostergablemente.  Los informes presentados  fuera de plazo tendrán UN punto menos en  la NOTA final.
    ¡Ánimo y manos a la obra!!!!!

sábado, 7 de mayo de 2011

OBSERVA DETENIDAMENTE EL VIDEO SOBRE EL MITO DEL MINOTAURO

REDACTAR UN INFORME COMPARATIVO ENTRE DOS TEXTOS.

Estimados alumnos (as):
     Les entrego  nuevas actividades a desarrollar con dos textos: "El laberinto, el Minotauro y Ariadna" y "La casa de Asterión". Las actividades a desarrollar son las siguientes:
1. Lee atentamente cada uno de los textos.
2. Realiza el vocabulario correspondiente con aquellas palabras que desconozcas.
3. Realiza un cuadro comparativo con los textos, considerando:
- Narrador.
- Personajes y sus características.
- Mundo representado (¿cómo es?)
- Contexto de producción de las obras.
- ¿Cómo se ha actualizado el mito en el relato de Borges?
- Reflexión sobre la manera en que "La casa de Asterión" reformula el mito del minotauro.
   El informe puede ser desarrollado en forma grupal, con un máximo de cuatro integrantes. El plazo de entrega es de dos semanas.
     ¡Mucho éxito y  manos a la obra!

COMPARACION ENTRE DOS TEXTOS: "EL LABERINTO, EL MINOTAURO Y ARIADNA" (LIBRO VIII DE LA METAMORFOSIS DE OVIDIO) Y "LA CASA DE ASTERION" (JORGE LUIS BORGES)



OVIDIO - METAMORFOSIS


Libro Octavo


El laberinto, el Minotauro y Ariadna


Había crecido el oprobio de su generación, y vergonzoso se manifestaba


De esa madre el adulterio por la novedad del monstruo biforme.


Decide Minos este pudor de su tálamo suprimir


y en una múltiple casa y ciegos techos encerrarle.


Dédalo, por su talento del fabril arte celebradísimo,


pone la obra, y conturba las señales y a las luces con el torcido


rodeo de sus variadas vías conduce a error.


No de otro modo que el frigio Meandro en las límpidas ondas


juega y con su ambiguo caer refluye y fluye


y corriendo a su encuentro mira las ondas que han de venir


y ahora hacia sus manantiales, ahora hacia el mar abierto vuelto,


sus inciertas aguas fatiga: así Dédalo llena,


innumerables de error, sus vías, y apenas él regresar


al umbral pudo: tanta es la falacia de ese techo.


En el cual, después que la geminada figura de toro y joven


encerró y al monstruo, con actea sangre dos veces pastado,


el tercer sorteo lo dominó, repetido a los novenos años,


y cuando con ayuda virgínea fue encontrada, no reiterada


por ninguno de los anteriores, esa puerta difícil con el hilo recogido,


al punto el Egida, raptada la Minoide, a Día


velas dio, y a la acompañante suya, cruel, en aquel


litoral abandonó. A ella, abandonada y de muchas cosas lamentándose,


sus abrazos y su ayuda Líber le ofreció, y para que por una perenne


estrella clara fuera, cogida de su frente su corona,


la envió al cielo. Vuela ella por las tenues auras


y mientras vuela sus gemas se tornan en nítidos fuegos


y se detienen en un lugar –el aspecto permaneciendo de corona–,


que medio del que se apoya en su rodilla está, y del que la sierpe tiene.

La casa de Asterión
[Cuento. Texto completo]
Jorge Luis Borges
Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión.
Apolodoro: Biblioteca, III,I
Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito)1 están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aqui ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la Tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el Sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo; aunque mi modestia lo quiera.
El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro porque las noches y los días son largos.
Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos). Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya veras cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce (son infinitos) los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce (son infinitos) los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el Sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.
Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que, alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?
El Sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
-¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.
FIN
1. El original dice catorce, pero sobran motivos para inferir que en boca de Asterión, ese adjetivo numeral vale por infinitos.